Conde, Lorena / Escritor
No sé cómo van los días, no me importa, sólo entiendo cómo hasta la más pequeña de mis cuerdas encaja en lo impronunciable a una altura que escapa al cálculo de los técnicos en las cosas.
Y es amor. Amor de amores.
Delicioso sufrimiento que no conoce cerraduras.
Es el viento el que transporta las dunas en puñados inofensivos hasta el final monumental.
Es deshacerse del aire electrificado que se escapa de mi boca después de golpear mis nervios ".
La feroz Santa Inés
Palabra hecha cuerpo, moldeada al pie de la escena, de creador a creador con la firmeza de una apuesta valiente por la exploración que no se detiene en el papel. Invitación libertaria a un diálogo creativo atravesado por una poética precisa, icónica y aguda.
Lorena Conde invoca el sonido de una cueva profunda, los ecos del agua que gotea inundan el estatismo de un cuadro aparentemente religioso. Por aquí viaja la feroz santa Inés, el año de Dios, el recuerdo de la mujer lánguida, la competencia de un cuerpo en proyecto con la imaginería de un santoral, el regreso de un amor que no conoce fronteras, la letanía del ser bueno de ser bueno de ser bueno.
La que deja abiertas todas las viviendas, todos los jardines, Inés-Santa-Inés, la del interior insondable, convertida en aspirante a una santidad laical a la que este mundo no está acostumbrado. Tendremos que llamar su fe, tendremos que llamar su devoción y adaptar el éxtasis de la mujer de cristal, prometido de sí misma. Detente a observar los márgenes de un místico elegido, lleno de silencio y soledad.
La feroz Santa Inés con la audacia de ser libre, caminando sobre ella, sin percatarse de la manada de lobos que hacen el camino un matadero lleno de sedientos aullidos, que huelen implacablemente el territorio de un cuerpo insondable de corazón llameante. Imágenes inquietantes cargadas de un simbolismo que acabamos sintiendo como propio.
Gena Baamonde