MartÃnez-Conde, Ricardo / Escritor
El rÃo, por alguna razón oculta, era distinto. También el sol era distinto aquella mañana de domindo donde la gente se movÃa casi con placidez, lejos de cualquier ansia de lguar. Era bueno - o daba por bueno - lo que constituÃa su entorno, sus lugares comundes de ciudad, y eso era suficiente.
El agua no era la misma - el agua del rÃo nunca es la misma, nos ha dejado dicho Heráclito para enseñarnos algo superoir, que cada cual ha de descubrir para conocer y afianzar su libertad - pero la luz nos descubrió el erguido y orgulloso y dominante castillo, nuevo y perenne... de Liubliana.
Eso sÃ: cambió el escenario teatral, pero no el sueño de ir sobre el agua, siempre distinta...