González Tejera, Francisco / Escritor
Cerró los ojos, respiró hondo y miró hacia el fondo de la fosa mientras la lluvia de la mañana salÃa por sus ojos. Muchos años de espera y mucho esfuerzo, compartiendo la vida cotidiana con los que se llevaron preso a su padre, en la misma calle, en el mismo pueblo. También mucha rabia, incomprensión,Â… Y por fin, aunque no se encontraran los huesos de su progenitor, les habÃan dado la oportunidad de ser oÃdos, considerados y excavar para ver si estaban.
Ahora 80 años después, ahà estaba ella, esa niña de 11 años mirando si salÃan los huesos de su padre en la profundidad de la tierra del cementerio de Paterna, repitiendo sin parar: hijos de puta, fascistas, hijos de putaÂ… temblaba y estaba firme a la vez. Yo la miraba, intentaba comprender qué paso y por qué este tema habÃa sido silenciado. DesconocÃa la repercusión que tenÃa la represión franquista, que tiene.
Me sentà emocionada al poder compartir ese momento, esa mujer, que solo tenÃa en mente su reacción el dÃa en que los falangistas se llevaron a su padre. Ella quedo parada, inmovilizada, sin poder ir tras él, para parar el horror, esa era su pena, su tristeza vital. En su interior sintió que ya nunca volverÃa...
Mi colaboración con asociaciones de memoria histórica me dió la oportunidad de conocer una parte de la historia del estado español que me habÃan arrebatado, que me habÃan intentado ocultar, por puro poder, no solo a mÃ, sino a todas las personas que no vivimos directamente ese momento histórico, pero mamamos su efecto.
No tener familiares directos no nos exime de la responsabilidad moral de dar respuestas a tantas vÃctimas del franquismo. Asà como empatizamos con las vÃctimas del holocausto nazi, o con las vÃctimas de otros conflictos nacionales e internacionales y nos revelamos contra ellos, asà deberÃamos actuar con unos hechos que nos condicionaron como sociedad, hemos sido el futuro y consecuencia de aquella violencia y debemos dar solución a las causas no resueltas. Eso serÃa lo mejor para avanzar, para desarrollarse tal y como otras naciones lo han hecho.
La vida nos da la oportunidad de estar del lado de las personas valientes, asumámoslo. Es cuestión de toda la comunidad, nos afecta a todos por igual, puede que muchos no lo sintamos asÃ, pero las sociedades que no asumen sus responsabilidades vuelven a cometer los mismos errores.
Asà pues, dejar testimonio de lo ocurrido es esencial, y eso es lo que nos muestra el último libro de Francisco González Tejera, Pako González. Una vez más, dejar constancia de lo que paso sin endulzar la historia, sin romanticismos, contar tal cual ocurrió. Por eso, es nuestro deber reflejar en la escritura, en la pintura, en el cine… en el arte en general, y recordar, y hacer memoria, para que no queden en el olvido las voces silenciadas de la clase obrera que luchó por sus ideales hasta su último suspiro.
Verdad, Justicia y Reparación.