Sánchez, Ramòn / Escritor
Ahora establezca la pérdida como punto de partida. Entonces esta amalgama de supuestos vertebra el conjunto, la línea torcida que transita las ausencias. Ni intentas esconder la rendija debajo de la entrada, ni silenciar tu oído para saciar tu sed. Solo enfrentarse al lobo resucitará al hombre. No más retrasos para la urxencia. Es un poco de noche y hay entradas en la espalda.
El símbolo es un tótem y sus parches,
un bolso de cuero y vísceras
como única manifestación tangible.
Más aló (diso) del hombre, inmundicia;
horas muertas que arrastran con parsimonia
puentes que jamás cruzarás.
A través de ellos conocerías la culpa que athenazas,
el susurro de cicatrices, el silencio y su parálisis.
Conocerías la arrogancia del fuego ardiendo
en castigos en incrementos de condescendencia;
el hedor de los recuerdos.
Y también sabrías que, roto el hime,
no serías de nadie xa.
Si resulta que eres una nación de ti mismo.
Anarquía incontestable.