Tavares, Juliana / Escritor
HELOISA
Mirando los genitales de su abuela.
Abuela, ¿por qué la tuya es más blanca y la mía es negra?
MARISA
Porque soy mayor y las personas mayores tienen
canas
por todo el cuerpo.
Heloisa continúa observando los genitales de su abuela.
Solo quiero que sepas que si alguna vez me olvido de ti, no recordaré a nadie más.
Creado en un contexto académico, en este caso, como prueba de capacidad investigadora teórico-práctica en el Máster en Teatro de la Escuela Superior de Teatro y Cine (ex Conservatorio Nacional, Lisboa, Portugal), Metade da Lua, por Juliana Tavares, es la primera representación teatral de texto de la joven autora-actriz brasileña.
Con el objetivo de dar forma poética al camino, en espiral descendente, de la vida, de la pérdida de identidad de una mujer, la Abuela, la obra busca fusionar un universo de referencias realistas e incluso autorreferenciales -de Neta, actriz- la autora Juliana Tavares que es, de hecho, la Narradora intradiegética en desarrollo, con el universo poético paralelo de recuerdos y evocaciones, miedos y deseos de los dos personajes.
Sin embargo, en mi lectura personal de este texto (que vi nacer), en el fondo, no hay dos personajes, sino uno y el mismo, debido a la enorme espiral metafórica de la vida que la atraviesa en una cuasi-elipse: hoy , nieta; mañana, abuela
Por cierto, los nombres de los personajes, Heloísa y Marisa, riman, para que la huella sonora que deja en nuestros oídos nos recuerde, precisamente, que sus diferentes condiciones - ¡los existencialistas las llamarían situaciones! - reside sólo en un antes y un después al que el presente, la escena, atribuye realidad.
Los personajes dialogan, por tanto, con la intervención del Narrador, en un presente intercalado con presencias ausentes, con recuerdos que a veces no coinciden. Las dos mujeres, Abuela y Netta, son figuras de una épica, profética, que anuncian el futuro a todos, con dulzura pero sin complacencia. De ahí la transversalidad, la universalidad de este relato doloroso y dulce.
En definitiva, se trata de un universo lunar, de un femenino orgánico, nocturno, atravesado por entendimientos y silencios, alegrías y dolores, intuiciones y confesiones, euforia y desesperación.
El Alzheimer, advierte la obra, no es un destino; pero es nuestra tragedia colectiva.