Massimo Zamboni / Escritor
Ser comunista en Cavriago significaba usar la cabeza y las manos para construir su propio cine, su propio salón de baile, su propio futuro juntos, en nombre de la emancipación de la humanidad. Pero también para enviar un telegrama a Lenin y nombrarlo alcalde honorario, chocar con los católicos por la pelÃcula sobre Pepón y Don Camillo, desesperarse por la muerte de Stalin, servir a Lambrusco y ranas fritas en la fiesta de la Unidad. Ser comunista era ante todo un sentimiento: saber que estabas en el lado correcto del mundo. Massimo Zamboni nos acompaña en este viaje en el tiempo, partiendo de ese pequeño Petersburgo local donde aún hoy se encuentra el busto de Lenin, sumergiéndonos en una época en la que todo parecÃa posible, incluso la revolución. "Y si no la veremos triunfar, y si no estará con nosotros y tal vez tenga otros nombres,