Parrella, Valeria / Escritor
El prodigio viene de la tierra, y sacude el aire y el agua. Del cielo llueven piedras incandescentes y cenizas, el mar es denso y la costa parece viva, cada mapa dibujado está distorsionado, los puntos de referencia perdidos. Lucio tiene solo diecisiete años y siguió al buque insignia de Plinio el Viejo el dÃa de la erupción del Vesubio, pero no puede sospechar que la montaña que siempre ha conocido es un volcán. Las palabras fallan para ese prodigio, no hay memoria ni historia que tranquilice. Oculta bajo el manto al rojo vivo se encuentra Pompeya, la ciudad que vio nacer a Lucio y sus sueños, donde aún vive su madre, la enfermera, sus amigos de la infancia, donde ha aprendido todo lo que necesita, ahora, para ser parte de la flota imperial a pesar de su vista gorda -de hecho, gracias a eso, que le permite ver más que otros, porque "un lÃmite es un lÃmite sólo si uno lo siente como un lÃmite, de lo contrario no es nada". Y mientras Lucio tiene en su mano, hasta donde la fortuna puede conceder, el hilo de su destino, he aquà que Pompeya vuelve a él presente y más viva que nunca, en el momento en que parece perdido para siempre, a través de los juegos con los mosaicos. , tardes de jardines o gimnasios, balnearios, mercado, inmersiones en el mar y salidas al campo, incursiones en la desembocadura del rÃo. Toda su juventud corre hacia él irremediablemente perdida, pero -lo sabemos- de algún modo destinada a sobrevivir. Junto a Lucio, una multitud de personajes, mercaderes, banqueros, matronas, emperadores, esclavos, prostitutas y divinidades, recorre las páginas de una novela sorprendentemente actual, en la que ya nada se ve: más bien lo que sabÃamos del mundo clásico parece nosotros en un nuevo look, moderno e Ãntimo. Porque el deseo está escondido, surge de la tierra, es el corazón mismo de la tierra, y nosotros somos terrenales.