Becker, Mar / Escritor
Hace unos años, cuando todavía era un adolescente, vi en un libro de arte, impreso en papel brillante y colores muy vivos, la Ofelia del pintor británico John Everett Millais. El trágico personaje de Shakespeare protagonizó innumerables obras de arte, pero esta pintura de Everett es quizás la más conocida. Recuerdo, en esa ocasión, haberme dejado involucrar durante mucho tiempo por esa imagen. Mi asombro fue quizás el mismo que el de la mayoría de las personas que aprecian este trabajo: aunque está muerta, Ofelia flota luminosa en su lecho de agua, llevando flores en sus manos, ella misma luciendo como una flor de agua. En Ofelia no hay horror de ahogarse ni de mancha alguna; en la vida que se ha desvanecido queda la persistencia de lo que aún late. Así, hay un estado de suspensión entre la inexorabilidad del último aliento y la transfiguración. Ofelia
Evoco esta Ofelia precisamente porque es el efecto que tuvo en mi primera mirada el libro La mujer submarina , de Mar Becker: este rapto me resulta familiar. Hay en él, en este libro, ese mismo estado encantador en el que parece flotar el personaje de Shakespeare / Everett. ¿Y cuáles serían las aguas en las que ahora asciende y ahora se sumerge el objeto de este libro? ¿Qué aguas sirven de rellano al cuerpo de este libro de Ofelia? La vida simple de una mujer, tan simple a primera vista, pero tan densa entre las bragas colgadas en el tendedero y la violencia que marca a cada niña desde el primer aliento. Ésta es la materia dura y densa con la que trabaja el poeta.
Mar Becker, cuya voz tiene un timbre único en el escenario de la poesía contemporánea hecha en Brasil, nos presenta una obra madura, tejida entre la delicadeza y la tenacidad, como una escultora (y aquí vamos por otro acercamiento a otro arte) que hace desde la piedra de mármol una tela fina en varios pliegues, como una gasa. A través de huellas y huellas se compone esta obra, formada por muchas mujeres, a veces diáfanas, a veces con carnes más susceptibles y reales en sus gruesas varices. Y si no puede leer o escuchar el nombre de Ofelia flotando en los rápidos, no hay problema. Ella está ahí, entre narcisos, nenúfares y otra flora, resonando en Manoela, Gertrude, Virginia, Sylvia, tantas mujeres: su madre, su abuela, su hija. Este es un libro de poesía.
Micheliny Verunschk
esta noche mi amor se irá a la cama con un nuevo amor.
todos estaremos en eso
espejos laberínticos repetibles
espectros el uno del otro
al amanecer ella te seducirá con besos y aromas. cuando se
entera que es la misma vieja
la misma vieja demonio
en ese momento llegará tarde.
ya habrá fertilizado ya habrá continuado nuestro linaje maligno
en una hija