Soutelo, Maria N. / Escritor
El recuerdo se condensa en una
bola pequeña y pesada, de
modo que puedo apretarla dentro de mi puño.
Para que puedas atravesarlo sin miedo
y hacerlo rodar.
De las muchas posibilidades que ofrece la poesía, la menor es la de reducir el dolor. Los dolores que se presentan en un tiempo tan convulso, lo que estamos viviendo en los días en que articulo este prólogo después de leer un libro tan lleno de perplejidades como el que nos expone MN Soutelo con La buena hija. Un libro ejemplar en el que faltan justificadamente los ejemplares. Porque lejos de moral, mucho menos moral, lo que el volumen, por lo demás nada voluminoso, de MN Soutelo, busca, entiendo, es explicar, explicar, algunas cosas a la manera nerudiana. Lo único del poema que recuerdo el chileno usó un lenguaje surrealista, surrealista decían entonces, y MN Soutelo destripó la tierra de formas tan terrosas como esa fruta que combina con las flores de los muertos, en una imagen memorable con la que yo ven a titular mi proemio. Y es que nada encaja mejor que la gloria, aunque sea efímera, y el dolor, también fugaz (y qué bueno). Es por eso que el enlace Soutelian, Eros - Thanatos, combina maravillosamente con el resultado final, con el final, de un libro en cuestión, en un majestuoso ubi sunt.? sólo en francés, a pesar de todo lo que se había interpuesto en el camino. La madre, en un pleito que este libro hace para resolver, el padre, recuerdo nebuloso en una caja de puros Romeo y Julieta, así Lorquiano, tan poéticamente García Lorca, el producto. Ese padre que emerge en un poema de línea clara para proyectar sobre nosotros mucha imagen reconfortante de esas de las que parece imposible resbalar. Yo, me permito la confianza de prólogo tal vez impertinente, tampoco quiero hacerlo de puro bien que siento dentro de ese poema que me lleva a cierta figura, también nebulosa en mi memoria. Y después de que surja la madre y más del padre, lástima, la hija. De una manera ideal, no idealista, que no es lo mismo aunque lo parezca. Que una vez que la máscara (la persona, no lo olvides) cae por el suelo, MN Soutelo descubre que su plata, plata vieja, tiene mucho que decir, qué gastar todavía, con el tiempo y más de su desgaste. Barnizado por el pretexto de que hablaba Pessoa. Que aquí apenas se ve en un verso / beso del otro espeluznante y que se traduce en un abrir bien las piernas al placer fingido. Un verso tan reflexivo que da genio o asusta, para el caso casi lo mismo, la misma historia, la misma melodía de siempre. Y es que la noche, siendo todavía bebedora de estrellas, es en MN Soutelo mucho más que un sentimiento tan vorazmente sentimental como el poeta marchito y exhausto de luto. No, este no es un libro para pasar el tiempo. Porque en él el tiempo lo que hace es pasarnos por encima haciendo de nosotros pedazos, vasos bajo la lluvia. Piezas de nosotros mismos recompuestas por MN Soutelo en un rompecabezas monumental. Porque sólo desde su propia experiencia el poeta, cuando tal (y lo confieso, a estas alturas, no quiere ni puede perder el tiempo con bagatelas poéticas), podrá levantarnos de las losas del cementerio. ¿A dónde irán esas flores por los muertos? Los versos de este autor, que me conmueven, que me arrebatan de la mediocridad ambiental, son para mí fruto del tiempo. Tan fresco, tan fresco como la brisa que me llega, que me entra por el balcón de la vida, mientras, en la calle, el aire de estos días viaja rancio. Yo, con una sensación de alivio al leer, a este autor, que me llega desde el corazón de Galicia. MN Soutelo, gran poeta para una época triste. Poeta enclavado en tinieblas, que me reconcilia con tantas cosas que se han perdido. que me llega del corazón de Galicia. MN Soutelo, gran poeta para una época triste. Poeta enclavado en tinieblas, que me reconcilia con tantas cosas que se han perdido. que me llega del corazón de Galicia. MN Soutelo, gran poeta para una época triste. Poeta enclavado en tinieblas, que me reconcilia con tantas cosas que se han perdido.
VICENTE ARAGUAS