Izquierdo, Ana / Escritor
Tres amigas, Iris, Alicia y Violeta, viajan a Érebo, una pequeña aldea del interior del territorio del Alto Tajo, a pasar unos dÃas de vacaciones en la casa familiar de Iris. Allà se impregnarán del aroma formidable de los pinares y se encontrarán con paisajes y personas llenos de matices.
Un accidente de coche sufrido en el trayecto, será el punto tangencial y de cruce entre distintos planos de realidad que experimentará una de ellas, Alicia.
La necesidad de averiguar qué ha sucedido les hace volver a Érebo y comprobar la información sobre el relato y los detalles que Alicia insiste en explicar, ya que nada de ese relato es posible pues nunca llegaron al pueblo.
Los trampantojos murales en la casa de Iris y los paisajes que rodean a la aldea, parecen ser un portal hacia otros planos de experiencia o solo… ¿puentes hacia el recuerdo?
Una caja negra de ébano alberga cartas personales entre dos parejas de enamorados, que aunque separados por siete siglos, serán uno de los ejes que vertebran la función de los trampantojos como puentes y conductores del amor que sostiene la memoria de la historia. La historia pequeña, no la historia que se estudia en la escuela. La historia de personas que se amaron, que se esperan y que se encuentran atravesando los difusos perfiles o perÃmetros de la realidad observable.
Al final, al cambiar el punto de fuga, la perspectiva sobre el relato, descubrimos que es una historia dentro de otra historia. Un cuadro dentro de otro cuadro. El protagonista es el autor, el autor es también personaje. El trampantojo está servido.