Spira, Rupert / Escritor
Nuestra cultura mundial se basa en la suposición de que el Big Bang dio lugar a la materia, que con el tiempo se convirtió en el mundo, en el que nació el cuerpo, dentro del cual apareció un cerebro, a partir del cual se desarrolló la conciencia en una etapa tardÃa. Como resultado de este "modelo de materia", la mayorÃa de nosotros creemos que la conciencia es una propiedad del cuerpo. Sentimos que es "yo", este cuerpo, que conoce o es consciente del mundo.
Creemos y sentimos que el saber con el que tomamos conciencia de nuestra experiencia se ubica y comparte los lÃmites y destino del cuerpo. Esta es la presunción fundamental de la mente y la materia que sustenta casi todos nuestros pensamientos y sentimientos y se expresa en nuestras actividades y relaciones. La naturaleza de la conciencia sugiere que el modelo de la materia ha sobrevivido a su función y ahora está destruyendo los mismos valores que una vez buscó promover.
Para muchas personas, el debate sobre la realidad última del universo es académico, alejado de las preocupaciones y exigencias de la vida cotidiana. Después de todo, la vida sucede independientemente de nuestros modelos de ella. Sin embargo, La naturaleza de la conciencia mostrará claramente que el paradigma materialista es una filosofÃa de la desesperación y, como tal, la causa fundamental de la infelicidad de los individuos.
Es una filosofÃa de conflicto y, como tal, la raÃz de las hostilidades entre familias, comunidades y naciones. Lejos de ser abstracto y filosófico, sus implicaciones nos tocan a cada uno de nosotros directa e Ãntimamente. Una exploración de la naturaleza de la conciencia tiene el poder de revelar la paz y la felicidad que verdaderamente se encuentran en el corazón de la experiencia.
Nuestra experiencia nunca deja de cambiar, pero el elemento cognoscente en toda experiencia-consciencia, o lo que llamamos "yo"-en sà mismo nunca cambia. El saber con el que se conoce toda experiencia es siempre el mismo saber. Al ser el elemento común e inmutable de toda experiencia, la conciencia no comparte las cualidades de ninguna experiencia en particular: no está cualificada, condicionada ni limitada por la experiencia.
El saber con el que se conoce un sentimiento de soledad o tristeza es el mismo saber con el que se conoce el pensamiento de un amigo, la visión de una puesta de sol o el sabor de un helado. Asà como una pantalla nunca se ve perturbada por la acción de una pelÃcula, la conciencia nunca se ve perturbada por la experiencia; por lo tanto, es inherentemente pacÃfico. La paz que es inherente a nosotros, que de hecho somos nosotros, no depende de las situaciones o condiciones en las que nos encontremos.
En una serie de ensayos que lo llevan, a través de su propia experiencia directa, a una exploración de la naturaleza de este elemento de conocimiento que cada uno de nosotros llama "yo", La naturaleza de la conciencia postula que la conciencia es la realidad fundamental de la aparente dualidad de mente y materia. Muestra que pasar por alto o ignorar esta realidad es la causa fundamental de la infelicidad existencial que impregna y motiva la vida de la mayorÃa de las personas, asà como los conflictos más amplios que existen entre comunidades y naciones. Por el contrario, el libro sugiere que el reconocimiento de la realidad fundamental de la conciencia es el primer paso en la búsqueda de la felicidad duradera y la base de la paz mundial.