Murgia, Michela / Escritor
De todas las cosas que las mujeres pueden hacer en el mundo, hablar todavÃa se considera la más subversiva. Si eres mujer, en Italia también mueres de lengua. Es una muerte civil, pero no duele menos por eso. Es con palabras que nos hacen desaparecer de los lugares públicos, de las profesiones, de los debates y de las noticias, pero también morimos de palabras injustas en la vida cotidiana, donde el prejuicio que pasa por el lenguaje mata nuestra posibilidad de ser plenamente nosotros mismos. Por cada diferencia de derechos que sufren las mujeres como resultado del chovinismo masculino, existe un marco verbal que las respalda y justifica. Ocurre cada vez que se niegan a llamarte abogado, alcalde o arquitecto porque de lo contrario "también deberÃamos decir farmacéutico". Ocurre cuando haces un buen trabajo, pero te preguntan primero si eres mamá. Cuando usted es el único cuyo apellido nunca se pronuncia, excepto con un artÃculo definido delante. Cuando te empiezan a explicar algo que ya sabes perfectamente, cuando te dicen que te calmes, que te rÃas, que dejes de asustar a los hombres con tus opiniones, más bien sonrÃa, y sobre todo cállate. Este libro es una herramienta que resalta el vÃnculo mortificante que existe entre las injusticias que experimentamos y las palabras que escuchamos. Tiene una ambición: que en diez años una niña o un niño, encontrándolo en un establo, pueda pensar con una sonrisa que por suerte ya nadie dice estas frases. dejar de asustar a los hombres con tus opiniones, sonreÃr más bien, y sobre todo callarte. Este libro es una herramienta que resalta el vÃnculo mortificante que existe entre las injusticias que experimentamos y las palabras que escuchamos. Tiene una ambición: que en diez años una niña o un niño, encontrándolo en un establo, pueda pensar con una sonrisa que por suerte ya nadie dice estas frases. dejar de asustar a los hombres con tus opiniones, sonreÃr más bien, y sobre todo callarte. Este libro es una herramienta que resalta el vÃnculo mortificante que existe entre las injusticias que experimentamos y las palabras que escuchamos. Tiene una ambición: que en diez años una niña o un niño, encontrándolo en un establo, pueda pensar con una sonrisa que por suerte ya nadie dice estas frases.