Cognetti, Paolo / Escritor
Silvia se rió. ¿Y qué sabe enero? ¿A qué sabÃa enero? Humo de estufa. Prados secos y helados esperando la nieve. El cuerpo desnudo de una niña después de una larga soledad. SabÃa a milagro". Fausto se refugió en las montañas porque querÃa desaparecer, Silvia busca algo de sà misma para luego partir hacia quién sabe dónde. Él tiene cuarenta años, ella veintisiete: intentan tocarse, una noche, mientras Fontana Fredda se prepara para el invierno. Alrededor están Babette y su restaurante, y luego un refugio a más de tres mil metros, Santorso que todo lo sabe del valle, extensiones de nieve y hierba que abren el aliento. Incluso el lobo, que habÃa estado desaparecido durante un siglo, parece haber regresado. Él también en busca de su felicidad. Habiendo llegado al final de una larga relación, Fausto busca refugio entre los caminos por donde anduvo de niño. En Fontana Fredda conoce a Babette, también huida de Milán hace mucho tiempo, quien le propone ser cocinero en su restaurante, entre los esquiadores de la pequeña pista y los trabajadores del telesilla. Silvia está allà sirviendo en las mesas, y aún no sabe si la montaña es un escondite de invierno o un deseo duradero, si tarde o temprano podrá encontrar su ritmo y si está dispuesta a dárselo a Fausto. . Y luego está Santorso, que ve mucho tiempo y bebe demasiado, y descubre que se ha encariñado con ese forastero enérgico, capaz de caminar en silencio como un montañero. Mientras cocina para los jinetes que baten la pista en invierno y para los leñadores que perfuman los bosques en verano amontonando troncos, Fausto redescubre el gusto por las cosas y por el cuidado de los demás, saborea el deseo del cuerpo y el abandono. .