Camilleri, Andrea / Escritor
"Veinte historias se desarrollan una tras otra: en un crescendo de caprichos impredecibles y complicaciones dramáticas, según un diseño de inagotable deleite que en cada trama se revela con la ligereza y sutileza de un juego de escenas" stramme »dentro de la unidad de el lugar de la arena de Vigatese, pero no sin una transferencia melancólica por parte del actor principal. Todo es esquivo en Vigà ta y extravagante. Prevalece una lógica que parece destartalada. Un par de viejos actores ensayan la escena extrema de su propia muerte, turnándose en la cama y en la silla de vigilia. Una conspiración de atracadores tenderÃa "a la desertificación de las iglesias", disparando fogueos, temprano en la mañana, a ancianas insomnes o fanáticos que corren a la primera misa. El obtuso reportero de Televigà ta está convencido de la conspiración comunista. Y Montalbano, para explicar al comisario Bonetti-Alderighi el valor no "trágico" de los atentados, recurrió a la semiologÃa de Roland Barthes, que se hizo pasar por un "criminólogo francés". La fantástica ignorancia del comisario es reacia. No se deja persuadir por ese "Marthes", como él lo llama. La inocencia ruidosamente rústica y la lógica rota de Catarella dan pruebas asombrosas. La recepcionista quiere participar en la investigación. Una vieja prostituta fue asesinada en Vigà ta. Catarella vio un programa sobre un hombre que, para vengarse de su madre, se ha convertido en un asesino en serie de prostitutas. Y está convencido de que ha resuelto el caso. Entra en la oficina de Montalbano. Cierra la puerta detrás de él. Tiene un "aire" de secreto conspirativo. Dispara el Es homicidio "un cliente de bottana que es hijo de bottana". Sin embargo, un caso realmente lo resuelve. Es él quien descubre al "cerdo cerdo" que se ha aprovechado de una pobre joven mentalmente inestable. Montalbano es un experto en esos jeroglÃficos que son los detalles minuciosos, olvidados por todos, una mosca, por ejemplo, que un acusado lleva en la mano durante el juicio. Él es el único que puede descifrarlos. Le gustan las 'Historias de Petersburgo' de Gogol, con su arte imaginativo. Y visionariamente gogoliana es la llamada telefónica que Montalbano hace a su autor, para prohibirle que le cuente historias truculentas. El comisionado se convierte en un escritor de caza furtiva. Entra en dos de los relatos de Camilleri y, dentro de las huellas que ha iniciado, escribe él mismo, en forma de cartas, los informes de dos de sus investigaciones: entre otras cosas, realizadas a distancia, basado únicamente en la ciencia de la deducción y el análisis. Al final Montalbano se merece, después de una serie de virtuosos trucos, celebrar el Año Nuevo en la mesa gorda de la camarera Adelina: abandonarse a la glotonerÃa lánguida y sensual de un excelente comedor de arancini. La colección "Gli arancini di Montalbano" fue publicada por primera vez por Mondadori, en 1999. » (Salvatore Silvano Nigro)